Echando un Gin Tonic
El sol pone la luz idónea, mientras la temperatura y una acertada música que se escucha de fondo en el bar hacen agradable la velada. Nada mejor para aderezar los sabrosos combinados.
Ambos permanecen en un cómodo silencio, ese silencio que permite la confianza, ese silencio que busca disfrutar del momento.
De repente Tristancho toma un trago y dice: “Y si el sol algún día alcanzara a la luna, y si la luna se hiciera la encontradiza, y si al fin el uno le contara a la otra las corruptelas del día y la otra le revelara al ardiente astro las locuras de la noche”.
Melchor, sorprendido por la inesperada inquietud de su amigo, le contesta: “Supongo que ambos huirían despavoridos bajo la penumbra y pasada una agotadora noche repasando los rincones más oscuros, se enfrentarían al día, descubrirían los mil secretos ocultos bajo la luz del mismo, se encontrarían con la realidad de la que, en principio, han salido huyendo. Sentirían que tienen un problema y en ese punto se quedarían eternamente: buscando la solución razonada al problema”.
Tristancho, satisfecho por haber arrancado una respuesta a su contertulio, se pregunta: “¿Al problema?, el problema al que te refieres es que todo debe ser proporcionado, razonado, tan perfectamente calculado que no se admite lugar alguno a los errores. Este mundo no está preparado para soportar la ruptura de la armonía y el equilibrio con el que fue concebido. Por eso, el problema del que me hablas, querido Melchor, es que el sol no fue creado para conocer la noche, y a la luna jamás se le permitiría hacerse la encontradiza con el gran astro”.
“Ay Tristancho” dice Melchor agotado de las reflexiones de su amigo “deja ya de dar tantos rodeos al mismo problema, el sol y la luna son incompatibles y punto. Yo te planteo lo siguiente; disfrutemos del paisaje que nos rodea y que con perfecta luz alumbra el sol, de la paz del momento, del sabroso Gin Tonic y de la compañía que ambos nos ofrecemos. ¿Qué te parece?”
El incansable Tristancho continúa: “Esta bebida que nos ofrece el enebro y el radiante sol que nos acompaña son el combustible perfecto que pone a pleno rendimiento los rodamientos de mi mente. Me acribillan inquietudes, reflexiones que me apetecen compartir…”
De fondo alguien habla del Barça y de la independencia de Cataluña. Tristancho un tanto alterado se pregunta “¿por qué la gente hace tanto el payaso por algo tan abstracto como es eso a lo que ellos llaman patria?”
Sonríe Melchor: “ es el tema de moda para la prensa, cuando el pueblo comienza a enfurecerse por la falta de pan el tirano comienza su particular espectáculo y ofrece humo, ofrece circo, ofrece maneras de desviar el peligroso enfado del pueblo. Pero si quieres que te dé mi opinión sobre el tema pienso que nuestra nación está disponible para quien la quiera bien, tal y como es. El que no la aprecie o no le interese, como todo en la vida, supongo que no debe ser merecedor de pertenecer a ella, ¿sabes lo que te digo, querido amigo?… ¡¡¡Viva España y los españoles!!!”.
Con gesto serio, replica Tristancho: “Me cansan esos que abusan de conceptos como el de patria o nación, y más cuando se los inventan a su gusto. Somos hombres, y ese es el único concepto tangible y real. Amo el humanismo y me avergüenzan todos los hombres que han matado o justificado la muerte en nombre de lo que ellos llaman patria. Defiendo mis principios, mi cultura, mi historia y mi herencia en todos los campos de la vida porque eso es lo que soy y lo que me define, pero por encima de todo defiendo al hombre. Esos que usan el fútbol para distraer la atención de la mierda y la miseria que tienen encima (y que nos han echado encima), que tiran de bandera para descalificar en nombre de la patria, no son más que mamarrachos sectarios que no ven más allá de su propio fanatismo.
El tirano catalán puede ser la punta del iceberg …”
Melchor le interrumpe y alzando la copa de balón le dice “ ¡¡Camarero!! ¡¡otros dos Gin Tonic que la tarde promete!!”
Comentarios
Publicar un comentario