Vecinos de grandes vuelos
Dicen que las ciudades son mucho más frías que los pueblos, en lo que a las relaciones sociales se refiere, que pueden pasar años y no tienes ni idea de a que se dedica el señor que vive en el piso de al lado o si la chica, con la que coincides numerosas veces en el ascensor y que escuchas vociferar a altas horas de la madrugada, vive con alguien a quien no ves nunca o es que está un poco desviada de lo racionalmente normal. La verdad es que en los pueblos las cosas son muy distintas, conoces a todo el mundo y por la calle intercambias, al menos, un “hasta luego” con todo el que te cruzas , la vida de los demás vecinos no suele tener secretos, convirtiéndose eso mismo en un deporte de moda… el de querer conocer los detalle de la vida de tu vecino, pero bueno esto es harina de otro costal del que escribiré en otra ocasión.
Y todo este rollo que he soltado para comenzar viene porque el pasado lunes, mientras el griego Papandreus decidía tirárselo a la bartola y hacer dejación de sus funciones, al tomar la decisión de no gobernar convocando a su pueblo a dictaminar sobre las cuestiones del país, lo que en Extremadura sería “hacer la de Escobar”, poniendo al resto de Europa con sus partes nobles en la zona de la garganta, pues todo ello ocurría el mismo día en el que, después de comer y tras disfrutar de una interesante sobremesa, fui invitado a dirigirme a un lago próximo próximo a mi casa para conocer a unos tipos curiosos que deben llevar siendo vecinos míos desde mi no tan lejana infancia, y a los que no había tenido la suerte de prestarle la atención merecida. Puedo asegurar que no era consciente de su existencia.
Los tipos en cuestión son conocidos en ciertos ámbitos como “PÁJAROS” y la presentación fue propiciada por dos recientes expertos en estos tipejos.
Nos costó encontrar la ubicación exacta del húmedo lugar pero un plano en la plaza del pueblo fue suficiente para aclarar nuestras dudas. Al llegar a aquella urbanización acuática nos repartimos los prismáticos, a pesar de no ser tan necesarios por la proximidad del escenario a observar, mientras nuestra experta consultaba su libro mágico para despejar las últimas dudas. Las primeras que llamaron la atención por su numerosa presencia fueron las señoras Fochas, estas tienen, sin lugar a dudas, la mayoría en esta curiosa comunidad de vecinos, su color negro abundaba en todo el lago y por lo que he podido saber son muy agresivas aunque para nada lo parecían, de todas formas yo no me acerqué demasiado por lo que pudiera pasar. Otros que también eran bastantes numerosos y para mi los más peculiares, fueron los Zampulllines, que iban nadando y sumergiéndose continuamente, lo más curioso que cuando llevas un rato observándolos, sin darte cuenta, comienzas a controlar el tiempo que están sumergidos y de repente, cuando uno tarda más de lo normal en salir automáticamente piensas: “ ese gilipollas ya no sale por tanto hacer el imbécil”, pero no es así, ya que todos los que observé volvieron a la superficie, al parecer lo más curioso de ellos no es este hecho, sino el cortejo (la verdad es que el cortejo es curioso en todos seres vivos, en alguno un poco ridículo) que consiste en un extraño y chirriante canto, unido a peleas y persecuciones y en ocasiones el macho obsequia a la hembra con un presente de hierbas, o eso he leído. Allí también me encontré con una imitadora en pequeño de la elegante cigüeña, el que le puso el nombre no se lo curró demasiado ya que es conocida como la Cigüeñuela. Y para poner fin a la función apareció en escena un actriz con un cierto toque cómico, como sacada de Tricicle, apareció de frente a nuestra ubicación y se posó a escasos metros, como glamourosa artista que posa ante sus fans, pero con la gracia que cuando nos disponíamos a localizarla y observarla con detalle decidió hacer la gracia de agacharse, haciendo honor a su nombre, para no volver a ver a esa curiosa ave de largo pico, flexible en su extremo.
FOCHA | ZAMPULLÍN |
CIGÜEÑUELA | AGACHADIZA |
Hoy puedo decir que, en el día en cuestión, algunos tomamos decisiones mas sabias que el griego este del que hablaba al comienzo, yo conocí a estos simpáticos bichejos e incluso me despertó el gusanillo por conocer más sobre ellos, pero me temo que al bichejo heleno por hacerse el simpático lo conoció medio mundo y no de la mejor manera.
Para concluir, yo diría que a estos vecinos que jamás había visto, alguien los ha llevado allí para que me interesara por ellos e inspirará un nuevo mensaje digno de ser introducido en mi botella de “La Antoñita” .
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